Reproducimos, con permiso, el artículo publicado por Edward Pentin en su blog, donde recoge las advertencias de la socióloga Gabriele Kuby sobre la deriva doctrinal del episcopado alemán y la urgencia de una respuesta fiel a Cristo.
Gabriele Kuby denuncia una “recaída en el paganismo” y llama a los fieles a resistir con valentía y sacrificio
La imposición de unas directrices de educación sexual contrarias a la fe católica en las escuelas de la archidiócesis de Hamburgo —como reveló el National Catholic Register— no es un caso aislado. Según la socióloga y escritora católica Gabriele Kuby, casi el 90% de los obispos alemanes apoyan estas iniciativas, que enseñan a los niños que la práctica homosexual y la ideología de género son normales, aceptables y deben ser promovidas.
Dos obispos alemanes han manifestado públicamente su respaldo a estos planteamientos al cuestionar abiertamente la enseñanza moral de la Iglesia.
El obispo Peter Kohlgraf, de Maguncia, declaró en un debate televisado el 20 de junio que los textos bíblicos sobre la homosexualidad no deben entenderse como verdades eternas:
Siempre interpretaré los textos de la Sagrada Escritura sobre la homosexualidad en su contexto histórico, y no derivaré de ellos verdades atemporales”.
Por su parte, el obispo Heinrich Timmerevers, de Dresde-Meissen, ha pedido una revisión de la doctrina de la Iglesia sobre el género y la orientación sexual:
Esto requiere una nueva forma de pensar, que debe reflejarse en la enseñanza de la Iglesia y en el Catecismo”.
A pesar de admitir su confusión en cuestiones de género, Timmerevers expresó su esperanza en que la doctrina católica en antropología y teoría de género evolucione, siempre —asegura— en diálogo con una “ciencia no ideológica”.
“Cuando los pastores bailan con los lobos”
Gabriele Kuby denuncia esta ruptura doctrinal en su libro No temas, pequeño rebaño: cuando los pastores bailan con los lobos (Fürchte dich nicht du kleine Herde – wenn die Hirten mit den Wölfen tanzen, 2023), en el que señala la apostasía doctrinal del episcopado alemán, acentuada durante el controvertido Camino Sinodal (2019–2023).
En su capítulo final —que reproducimos a continuación con permiso de la autora—, Kuby lanza un llamamiento urgente a la fidelidad, el sacrificio y el coraje, denunciando la “desmoralización de la sexualidad” como una auténtica recaída en el paganismo.
“Línea directa con el Espíritu Santo”
Por Gabriele Kuby
¿Qué provocó la caída del rey David y trajo la espada a su casa? El deseo por la mujer de otro. ¿Qué hizo perder la sabiduría al rey Salomón? Setecientas esposas y trescientas concubinas que “le desviaron el corazón”. ¿Qué le costó la cabeza a san Juan Bautista? Decirle al rey que no le era lícito tomar la mujer de su hermano. Las consecuencias del dominio del deseo sexual han sido devastadoras entonces y ahora.
La desmoralización de la sexualidad es una recaída en el paganismo, el regreso de los dioses Baal y Astarté. Antes se sacrificaban niños a Moloc; hoy lo hacemos por aborto (73 millones al año), abusos, pornografía y prostitución forzada. El profeta Elías arriesgó su vida para desenmascarar a Baal como falso dios. Hoy, los nuevos ídolos se sirven de las élites políticas y financieras, con sus poderosas máquinas mediáticas de manipulación.
Podemos escapar de su poder si vivimos según la moral sexual católica: sexo solo dentro del matrimonio entre hombre y mujer. Es mentira que sea insano o imposible vivir la castidad. Freud mismo reconocía que la cultura nace de la sublimación del impulso sexual.
Esta es la condición para pertenecer al pequeño rebaño que Dios cuida. Con arrepentimiento y perdón, esta vida casta permite invertir la energía vital en construir una sociedad sana, generando frutos imprevisibles para las generaciones futuras. Porque solo en familias sanas crecen niños sanos.
Debemos crecer en las virtudes que queremos inculcar: fe, esperanza y caridad sacrificial, y con ellas: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Un vicio lleva a otro, y ninguna virtud florece sin las demás.
Necesitamos pastores prudentes, justos, valientes y templados. ¡Queremos oír su voz como in persona Christi!
Más que nunca necesitamos un corazón que escucha: una línea directa con el Espíritu Santo. Solo así caminamos hacia la santidad.
¿Callar o hablar? ¿Confesar a Cristo o no?
A quien me reconozca delante de los hombres, yo le reconoceré ante mi Padre” (Mt 10,32)
La fidelidad empieza en lo pequeño. No esperemos ser mártires si no resistimos el consenso en lo cotidiano.
No hay estrategia que nos salve. El mundo está gobernado por el miedo pagano, y los poderosos tocan su música para allanar el camino al Anticristo. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, Dios nos repite: NO TENGÁIS MIEDO.
Solo cuando acogemos a Dios como Padre y a María como Madre dejamos de tener miedo.
El mundo está sembrado de lugares de gracia mariana: Lourdes, Fátima, Garabandal… Todos quienes vieron a la Madre de Dios quedaron maravillados por su belleza. María es la pura, la sin mancha, la que dijo “HÁGASE” sin reservas. Por eso todas las generaciones la llamarán bienaventurada.
Hoy, en cambio, divinizamos el ego, despreciamos la pureza y la humildad, ridiculizamos la maternidad, confundimos entrega con sometimiento.
Aprendamos de la Madre de Dios a perseverar al pie de la cruz, a poner al niño en el centro, a cumplir la voluntad divina.
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16)
Ese Dios se hizo hombre, murió en la cruz y resucitó. Y volverá. Vendrá una gran tribulación, nos advirtió, para que no nos turbe cuando llegue.
Nada ha cambiado: moriremos una sola vez, y cuanto mayor sea nuestra capacidad de sacrificio, mayor será nuestra libertad.